(Escribe Pablo Villaverde). Debido a las temperaturas que año tras año son cada vez más altas en verano, en nuestros días, lo más común es recurrir a un helado para aplacar un poco la sensación térmica. Hoy los encontramos en heladerías, un kiosco, el almacén, el súper o heladeros que recorren las calles con la clásica campana, que hacen sonar para avisar de su presencia.
A fines del siglo XIX, los helados eran en Salto una cosa poco común, un gusto que se daban pocos y no todos los días…
“Quizá a muchos les parezca temprana la fecha de 1889, para que los salteños conocieran los riquísimos helados. Sin embargo, en ese año, la confitería “del Gas”, en Uruguay y Tres Cruces (Zorrilla de San Martín), del Sr. Gregorio Blanes, hermano del afamado pintor uruguayo, comenzó a ofrecer a sus parroquianos, sus riquísimos helados. Tanto gustaron al público, que las familias de la mejor sociedad, se arriesgaban a salir de noche, todos juntos por supuesto, para concurrir a la confitería a probarlos. Los primeros se servían, debido a si elevado costo, únicamente las noches de retreta, que el batallón 4º de Cazadores con asiento en nuestra ciudad, amenizaba en Plaza Treinta y Tres, luego, tuvieron tanta aceptación, que se fabricaban hasta tres veces por semana, previo aviso en los diarios de la ciudad.”
Fuente: Crónicas de Antaño – Arturo Gagliardi – 1966