(Escribe Luis Bertiz). Creo que el Intendente Andrés Lima y quienes lo asesoran, acaban de cometer una acción deplorable, reñida con el sentido común y dolorosamente amarga porque es un pésimo mensaje para nuestra juventud y para quienes están, desesperados, buscando un empleo.
Sé que me van a criticar. Sé de antemano que algún anónimo que nunca falta me va a acusar de insensible y de discriminador. ¿Pero saben qué? A esta altura de mi vida, el único compromiso que tengo es con mi conciencia y si no escribo sobre este tema siento que me estoy traicionando a mí mismo.
Y ese “lujito” no me lo voy a permitir. No puedo ni debo.
Hechas estas precisiones, vamos al tema: la incorporación de presos por parte de la Intendencia para que se desempeñen en el área de recolección y barrido.
Apelando a falsos eufemismos, los “privados de su libertad” y alojados en el “Centro de Rehabilitación”, están allí porque violentaron alguna de las normas que rigen en un estado de derecho para garantizar la convivencia ciudadana.
Y hasta que no cumplan con la pena establecida por la Justicia, no habrán saldado -tan sólo en parte- el daño que cometieron en perjuicio de la sociedad.
Que tienen todo el derecho de rehabilitarse, nadie lo duda, pero las estadísticas son contundentes y no dejan mentir: en nuestro país, los que abandonan los recintos carcelarios vuelven a reincidir en su inmensa mayoría, de modo que los ahora pomposamente denominados “centro penitenciaron de rehabilitación”, lo único que cambiaron fue de cáscaras, pero no de contenido.
Siguen siendo las viejas cárceles con los antiguos esquemas, métodos y vicios que no logran corregir la conducta de la mayoría de los individuos que eligen el camino del delito. Los que van a parar allí, caen en la conocida “escuelita del crimen” para perfeccionan sus “conocimientos”…
Y que conste: escribo que eligen el camino, porque en este bendito país nadie es obligado a delinquir.
Dejémonos de delicadezas ni busquemos interpretaciones en los terrenos filosóficos o de la sicología que, como parte de aquella, trata del alma, sus facultades y operaciones o que también se entiende como una ciencia o estudio de la mente y de la conducta en personas o animales.
No. Nada de disfrazar lo que no merece disfrazarse. Son delincuentes porque han delinquido. Lima declaró a este Portal que “no son ni serán funcionarios de la intendencia”, que no van a ser contratados y que ingresarán por medio “de un convenio con el Instituto Nacional de Rehabilitación”. Lima: usted es abogado ¿bajo qué figura jurídica o en carácter de qué hará que los actuales convictos trabajen en la Intendencia? Todo un misterio.
En segundo término: apenas asumió y faltando a una promesa preelectoral, expulsó de la comuna a 250 funcionarios, entre los que habían enfermos, mujeres embarazas o jefas de hogar, sometiéndolos a uno de los problemas más difíciles que puede enfrentar un ser humano: no tener empleo. Que yo sepa ninguno salió a robar aunque no tenían para cubrir mínimamente las necesidades básicas de su núcleo familiar. ¿No había entre esa gente honesta, diez capacitados para reincorporarlos a la plantilla municipal?
Quiero dejar constancia que los presos tienen todo el derecho del mundo de retornar al mercado laboral (si es que lo conocían con anterioridad), pero que todos los salteños les paguemos un sueldo por la “generosidad” del Dr. Lima, es absurdo. ¿Qué ejemplo se le está dando a quienes esforzadamente quieren comenzar a trabajar?
Es, por decir lo menos, una enorme tomadura de pelo a todos los miles de muchachos que estudian, que anhelan trabajar y ganarse su sustento para cubrir sus propias necesidades y de paso ayudar a sus familias. Quien firma esta nota salió a enfrentarse con ese mundo con apenas 16 años cumplidos y de noche, después de agotadoras jornadas, estudiaba. Por tanto sé sobre lo que escribo. No me lo contaron.
Se ha dicho y con razón que es muy delgada la línea que separa lo absurdo de la estupidez.
Desde mi óptica, el Intendente Lima incurrió en algo peor: hizo algo vergonzoso e inexplicable.