El museo de videojuegos soviéticos de San Petersburgo está diseñado integramente para parecer una consola de juegos de 1980. El proyecto comenzó hace tres años, ideado por cuatro estudiantes universitarios deseosos de rescatar del olvido los juegos de su infancia. Aquí se puede acceder a casi 60 consolas de video fabricadas entre 1970 y 1980 que utilizan las viejas monedas de la URSS, los Kopeks, como fichas.
La historia de los videojuegos en la URSS es curiosa. Luego de su primera visita a EE.UU. en 1959, el líder comunista Nikita Jruschov se comprometió a fabricar más bienes de consumo para la población soviética, y entre otras cosas encargó a las fábricas militares de la región la producción de juegos electrónicos. Los videojuegos fueron diseñados según la particular interpretación de la URSS de la ideología marxista, pensados para exaltar el trabajo físico y fomentar el patriotismo comunista. Nada de juegos de rol ni competencia para los niños rusos de la época. Las consolas buscaban desarrollar la coordinación ojo-mano, la velocidad de reacción y el pensamiento lógico. Los juegos, además, alentaban el trabajo colectivo.
Dado que todos los planos de fabricación militar, incluyendo los de los videojuegos, fueron destruidos y que muchos de los insumos necesarios para su funcionamiento ya no pueden conseguirse, las tareas de reparación de las consolas son muy complicadas. Uno de los curadores del museo, Oksana Kovenko, explica la decisión de prestar las consolar para el uso de los concurrentes, aun entendiendo que muchas de las piezas son únicas en el mundo y una vez pasada su vida útil no podrán ser reparadas: “Los juegos están para ser jugados”.
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