«Hay que ahorrar pa’ no ser pobre»

(Escribe el Dr. Juan Romero). En la letra de “La Llamarada” de Daniel Viglietti se señala esta virtud, la de poder ahorrar pero como bien señala la canción no lo hace quien quiere sino quien puede. Por otra parte, hay que trabajar pero también pensar como también señala acertadamente Alfredo Zitarrosa en “Doña Soledad”, tomando como referencias a tan geniales artistas uruguayos que supieron reflejar con tanta claridad la situación de los trabajadores especialmente los más olvidados, los rurales, quisiera dejar planteadas algunas interrogantes relacionadas a un sector estratégico de nuestra región y Departamento, la producción y exportación de frutas. De acuerdo a los dos últimos censos agropecuarios en nuestra región se produce cada vez más con menos unidades productivas de citrus, entre un 80 y 90% se concentran en los Departamento de Salto y Paysandú, con la característica de que en Salto existe mayor proporción y cantidad de productores pequeños y medianos (menos de 50.000 plantas o 24 hectáreas) en relación a Paysandú con unidades productivas con un perfil de porte de grandes empresas (más de 50.000 plantas y 24 hectáreas). La tendencia indica una fuerte concentración productiva en no más de 6 empresas, poseedoras de 11.000 hectáreas de las 16.000 hectáreas totales dedicadas al citrus. Se pueden identificar la coexistencia de tres mercados de trabajo: el permanente, el zafral de cosecha y el zafral de empacado. Los cuales involucran aproximadamente unos 19.000 trabajadores en el complejo agroindustrial citrícola, mayoritariamente concentrado en Salto y Paysandú (en Salto se estima entre 7.000 y 8.000 trabajadores entre los tres mercados de trabajo). En el caso de los trabajadores permanentes se caracterizan por ser hombres mayores de 30 años; los de cosecha, hombres menores de 25, con primaria completa e incompleta, en situación de pobreza e indigencia, en tanto que los que trabajan en la zafra de empacado se caracterizan por ser trabajadores femeninos, menores de 30 años, con enseñanza media completa o incompleta y en situación de pobreza. La pobreza, en este caso, se mide en cuanto a los salarios percibidos. La gran mayoría percibe una cifra inferior a dos Salarios Mínimos Nacionales; inclusive existen diferencias regionales entre el trabajador de Salto y el de Paysandú. Entonces, si hacemos énfasis en el tema de la pobreza y la indigencia encontramos que el grupo más significativo es el de los menores de 25 años -40%-, donde el ingreso del hogar, en la cuarta parte de los cosecheros, es menor a un salario y medio nacional y del 47%, menor a dos salarios mínimos nacionales. También se debe reconocer mejoras salariales y en las condiciones de trabajo en los últimos años, las cuales han sido el producto de la negociación en el respectivo Consejo de Salarios y la lucha sindical organizada. Se observa que en los aspectos productivos el sector citrícola presenta un alto nivel de desarrollo tecnológico y entre el 40 y 45% de su producción se destina a los mercados de consumidores más exigentes y de mayor poder adquisitivo del mundo, pero, lo que sostiene a su producción es una mano de obra zafral constituida por uno de los sectores más pobres y con mayores problema de desarrollo social y humano del país. Asimismo, la situación de los hogares de estos asalariados indica que la dinámica social que genera la estructura laboral del sector genera escasos mecanismos de superación de la pobreza, dado que en su en su mayoría pobres crónicos o en proceso de movilidad social descendente. Ahora, considerando el restablecimiento del Consejo de Salarios es posible hipotetizar que las mejoras salariales hayan significado para algunos hogares superar la pobreza de acuerdo al criterio de ingresos, pero la pobreza no se mide exclusivamente por cuánto dinero se tiene en la billetera, es de carácter multidimensional. Ahora, cabe preguntarse: ¿Dónde está la traba para que uno de los sectores más dinámicos del país no pueda más que reproducir la pobreza crónica de la mayoría de sus trabajadores sin la intervención de política pública? ¿Son estas condiciones de vida y trabajo las que en realidad hacen competitivo al sector? Lo adelantado por Viglietti cuando dice: “Los piones, dijo un doctor, No son hombres delica’os, A ellos no les hace el dolor. Porque están acostumbra’os”, ¿acaso no indica la visión de muchos empresarios sobre el tema? Hay que trabajar sí, pero también es necesario ponerse a pensar. Hasta la próxima

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