Corría el 84 u 85 del siglo pasado. Teníamos 14 o 15 años y la diversión era escaparnos en bicicleta al club Remeros en donde algunos éramos socios y otros ni cerca.
La diversión pasaba por eso, poder compartir en una barra de ocho o nueve, todo el día en un centro exclusivo, privado, cargado de nuevas emociones.
Un día me dormí la siesta. Propio de todo salteño.
El “Negro” se había escapado a las 14 en la chiva de él y lamentablemente no tuvo suerte ya que al llegar a la bajada de Barbieri cayó de la misma y se raspó las rodillas.
Fue solo eso.
Grande fue mi sorpresa cuando al despertarme, sobre las cuatro de la tarde y tratar de ponerme al día con quienes suponía ya estaban en el club, comencé a trasladarme para aprovechar el tiempo perdido.
“Pobre nene, lo atropelló una camioneta”, la primera versión de una vecina.
“Un ómnibus no lo vio y se lo llevó puesto”, fue la segunda.
“Quiso entrar al club con naranjas que había robado y una camioneta lo atropelló. Está mal”, fue la tercera declaración en mi camino al club.
La verdad es que cuando llegué al club, a la bajada, pensé que el mundo se me venía abajo. Mi amigo, hermano no de sangre pero si de afectos, había participado de un siniestro grave.
El corazón me explotaba. La sangre en el cerebro bombeaba y mal.
Pensaba agarrarme a las piñas con el chofer del ómnibus, de la camioneta, pero al llegar me encontré con mi amigo raspado, riendo porque el freno de la chiva no le anduvo.
¿A que voy?. Todas las alertas en forma irresponsable son terribles y vivir en alerta por el que me dijeron peor.
Tratemos de sobrellevar nuestra vida por si el freno de la bici anda realmente y no por escuchar lo que una vecina vio porque caso contrario, terminaremos siendo cómplices de un alarma permanente que no nos dejará vivir.
Opino humildemente que hay que disfrutar cada día como el último. Beberse cada momento como el mejor vino. Y dejar de caer en fatalismos y alertas. Deja. Afloja. Esto también pasará. No ocurrira nada que no debiera ocurrir: vive. Baila. Ríe. Llora. Date un gusto. Abraza. Ama.
Vivir en alerta puede ser enfermizo.