(Escribe Dr. Juan Romero). Las circunstancias por las que viven las fuerzas políticas en coyunturas electorales generalmente son oportunidades de cruces de camino, y el 24 de julio será una para la fuerza política que gobierna el país y nuestro Departamento. En tal sentido, la dinámica de los cambios productivos, sociales, económicos y culturales platean a fuerzas de izquierda otra manera de hacer política porque seguir repitiendo formatos, formas de hacer, planteos no hacen más que no avanzar y mucho menos transformar, a lo que se suma las características de nuestro continente latinoamericano, país y región para no caer en la tentación de copiar fórmulas de otras realidades. Ante lo cual, el conocimiento de la realidad es uno de los primeros pasos a dar para transformar es necesario conocer, pero antes de dar por supuestos con el planteo, se da por entendido que el conocimiento implica el reconocimiento de la importancia de las manifestaciones prácticas y sociales para el diseño de políticas públicas siendo una respuesta al relato neoliberal del libre mercado como única alternativa a la supuesta economía socialista de planificación centralizada. Lo que se plantea es pensar el poder en términos transformadores y no solo como dominación, entonces, lo que significa para la política transformadora de la fuerza política a nivel local en establecer planteos de formas de producción gestionadas de manera colaborativa o solidaria, en el marco de un sistema en el que los organismos del Estado actúan como facilitadores, conscientes de la naturaleza limitada del conocimiento puramente teórico y profesional y reconociendo que no es posible alcanzar objetivos sociales con certeza predictiva, por lo que siempre se necesitará experimentar y regenerar. De ahí la importancia de la democracia participativa dentro de las instituciones del nuevo tipo de Estado y del nuevo tipo de partido (Wainwright, H: 2016). Es decir, no basta solo contar con un grupo de profesionales que piensan por todos nosotros en como deberemos hacer y llevar adelante las políticas del programa de gobierno, y en términos de la fuerza política implica en asociarse con las organizaciones sociales: sindicales, estudiantiles, vecinales, deportivas, culturales, en donde de forma cotidiana se construye conocimiento de cómo hacer para gestionar recursos, enfrentar problemas, procurar soluciones. Este quiebre con los enfoques del pasado permitiría el fortalecimiento de iniciativas de cambio surgidas por fuera del sistema político existente que no necesariamente se perciben a sí mismas como “políticas”, y para las cuales el Frente Amplio debe estar con las “antenas” atentas porque desde allí se construye la nueva agenda de gobierno y de derechos. Se considera que el Estado nacional o departamental pasa a ser entendido como entidad facilitadora y de apoyo a redes de producción autónomas y colaborativas, ya prefiguradas en muchas cooperativas, empresas sociales y sistemas de intercambio entre pares estimulados por la actual revolución de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). La necesidad de una nueva política converge con las oportunidades precarias y resistidas que ahora se abren para construir una nueva economía, la cual en nuestra región y Departamento encontrará “huecos” dado las características de la producción de riqueza, pero dinámicas que más tarde o temprano impactan en sus estructuras especialmente en los empleos y formas de relaciones laborales. Hasta la próxima.