Evidentemente que pasadas las elecciones internas del Frente Amplio, no hicimos análisis de si fue positiva o no, si es rezongo o no, si es desidia o no.
De aquellos siete mil y pico del año 2012, a estos cinco mil del 2016, mucho podría decirse, hablarse, comentarse, jugar al análisis político cuando en realidad, existe una realidad.
Hay mal humor. Un mal humor que en lo nacional se da con cuestiones tan estructurales de banderas de la izquierda como la educación, los jubilados y el trabajador.
Ese mal humor se trasladó a Salto, porque los daños generados por ediles de la izquierda que en la primera de cambio “engordaron boletas” para pasar un rato mejor, significó que muchos pensaran que todo es lo mismo, todo es igual.
Y el castigo no lo sufrió el intendente, lo sufrió su sector, lo sintió en carne propia. Los casi tres mil votos de diferencia de una elección a otra, son respuesta de que ese mismo sector caracterizado por el trabajo laborioso, intenso, el casa a casa, no tuvo la misma intensidad que en otras tantas batallas electorales.
No fue lo mismo, porque la gente, el votante independiente, quizás no quiso dar otro voto de confianza. Por esos tres legisladores departamentales hoy considerados independientes.
Lima no encabezó su lista y eso evidentemente resintió las posibilidades de quienes tenían muchas expectativas de mantener las mayorías en la mesa departamental.
Hoy el panorama cambia de cabo a rabo. No será la hegemonía absoluta del intendente y la mesa. Será, como los propios frenteamplistas eligieron, el diálogo al servicio de la gente.
La increíble herramienta del voto, como partido que pasa a ser distinto a todos, es que justamente estas realidades pueden cambiarse en un cuarto secreto.
Y lo bueno, por no decir lo mejor, es que el propio voto define el destino, el futuro.
No hay “lindos candidatos de sonrisas cómplices” ni “cómplices de sonrisas lindas”.
Hay contenido y hay renovación. La nueva mesa del Frente Amplio en Salto, por lo que se viene observando, tendrá muchos cambios, más de los pensados, pero plantea futuro porque como me dijo un amigo, muy querido, Seregni siempre decía que “había que pensar en el día después”.
A eso le sumaríamos, “pensar en el día después a beneficio de todos y todas”.
Daniel Caiazzo