¿Hablamos de ética?

No voy a entrar en el juego mediático de quienes piensan que usando los medios de derecha, operadores de la inestabilidad permanente a conveniencia y cuenta electorera, mienten, mienten y mienten.

Si, debo decir, que por razones estrictamente históricas, ponerme a hablar de ética sería casi una utopía para quien, desde el llano siempre, he tratado de ser fiel a mis convicciones.

Me han pegado de todas las formas posibles. Me han difamado de las maneras mas crueles a cuenta de que seguramente mi presencia a muchos molesta.

No pienso entrar en el juego perverso de defender desde lo público (este portal) lo que en lo privado hago como militante político.

Si me parece poco serio que quien reclama no ser juzgado éticamente minimice que en su condición de hombre de confianza utilizó el «poder adquirido» para realizar clientelismo político a sabiendas que la fuerza que integra, pero no representa, lo iba a reclamar por cuestiones históricas.

Tampoco me cierra porque no explica el señor de la ética, porque compró votos a cien pesos en las elecciones internas del partido que integra, pero no representa, porque usó el tradicional mecanismo del vino y «chupe» más chorizos para que lo acompañaran, involucrando a un comité, a personas de bien e incluso, a sectores que hoy se ven en la obligación de defenderlo.

Mucho menos me cierra, que a sabiendas que algunas cosas son tratadas a cierto nivel, donde todos asumimos el compromiso de la confidencialidad, a la media hora de ocurridas surten efecto en redes sociales de «inestables profesionales de la mentira, difamación e injurias surtidas entre canciones cantadas», en las que no se dice la verdad.

Involucrando a compañeros, profesionales, personas de bien, cuando es sabido que quien invitó al señor de la ética a «acompañarnos afuera», fui yo y solamente yo.

Tampoco me queda claro que el señor de la ética no explique como es posible que estando en el sector al que pertenecía anteriormente no explique como es posible que la señora de Astori llamara pidiendo su desalojo porque el dinero de dicho sector a Salto no llegaba y se habían constatado compra de cortes de rancho y chapas a beneficio de probables votos.

Es decir, 25 años de trayectoria, no significa que sea buena la misma, sino que demuestran que el sistema democrático uruguayo permiten que alguien utilice la política a beneficio propio y no del colectivo. Esa es la falla a corregir porque evidentemente la «actualización ideológica» a consideración de todos y todas nos pone de cara ante estos fantasmas tridimensionales capaces de reinventarse.

Lamentablemente mucho podríamos decir del señor de la ética que reclamaba a gritos pasar al tribunal de conducta política pero cuando se resolvió, puso el grito en el cielo amenazando, agrediendo y atacando a quienes le dijeron frontalmente que su accionar era, fue y será deplorable.

Sabemos que en el cajón de los recuerdos tenemos a nuestros Rodríguez, Grassi, Suárez, Hornos, y que, quizás, este vaya en el mismo camino, por lo que podemos pedir dos cosas a futuro:

1)  Que se vaya con los antes mencionados y disfrute de ser un nuevo desalineado de la izquierda que a gritos miente y saca pecho

2) Que demuestre realmente su compromiso a la izquierda y no espere «usar» los elementos que sean necesarios a su conveniencia y beneficio.

Como verán, el señor de la ética mucho tiene que explicar pero solamente un consejo: «para transmitir credibilidad se debe ser creíble y, usted, señor de la ética, de creíble no tiene ni………mejor la dejamos acá».

 

 

Daniel Caiazzo

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