Hoy me permití una licencia. Un gusto, que si me lo permiten será seguido.
Es este contacto con ustedes, que desde otros espacios lo he tenido, hoy irrumpimos acá.
Empezando el año y cerrando otro, reflexionaba lo importante que es el mostrador. Si, eso.
La simpleza del vocablo que nos permite resolver lo que, los más estudiados le llaman empatía.
Hoy me acordaba del Ruso, de las veces que decía» hay que tener mostrador», para significar lo importante que es colocarse o ponerse en el lugar del otro siempre como condición sine quanon.
El sentir lo que el otro siente, el respirar ese aire.
Y lo vemos en los conflictos nacionales, sindicales, politicos o sociales.
Lo vemos en lo familiar también.
Y vemos, como tristemente nos dejaron de importar los códigos, los valores, los principios y como vale más el cuidarse uno, sin importa nada más, inescrupulosamente.
No miramos al lado, enfrente, nunca.
Por eso hoy, quería tener esa palabra que para mí padre era su razón de ser, que me la transmitió y yo a mis hijos.
Una simpleza de vocablo que encierra la fortaleza de los débiles.
La razón de la espiritualidad humana.
La empatía de creer.
Los códigos que no se negocian nunca.
Celebro esa mágica enseñanza y te celebro Ruso, por esa claridad callejera, de sentirte arrabalero y orejano.
Eso pagó, al menos para mí.
Valeria Giovanoni