A 157 años de la defensa de la Heroica hoy te recordamos como cada 2 de enero.
Gral. Leandro Gómez
La escuadra brasileña bombardeó la ciudad con sus cañones, debiendo evacuarse de ella mujeres, niños y ancianos. La dotación militar de Paysandú sufrió enormes bajas pero resistió el asedio durante dos meses, negándose terminantemente a la rendición propuesta por los atacantes. El 3 de diciembre, Flores envió una última exigencia de rendición, que fue devuelta por Gómez con una lacónica respuesta:«Cuando sucumba.»
El 2 de enero de 1865, finalmente, los atacantes entraron al asalto de la ciudad, todavía defendida por unos 700 soldados y oficiales gubernistas, al mando del general Leandro Gómez. El combate fue encarnizado, siendo finalmente derrotados los defensores.
Leandro Gómez fue tomado prisionero por un oficial brasileño, pero rechazó el ofrecimiento que éste le hacía de protegerlo de sus compatriotas. El después general Francisco Belén le ofreció la garantía de su vida en nombre de Flores, pero por orden del general Gregorio Suárez fue fusilado en plena calle, junto a varios de sus oficiales.[3] Un proveedor de las fuerzas de Flores arrancó la larga barba del cadáver; en días posteriores los oficiales vencedores utilizaron el despojo como trofeo de guerra y objeto de burla.
Este episodio de la historia de las guerras civiles uruguayas, es conocido como «La defensa de Paysandú», a veces aludido simplemente como «La defensa», y ha llevado a que la ciudad haya sido designada como «La heroica Paysandú». La figura de Leandro Gómez es reconocida como un ejemplo de valor militar, y exaltada –particularmente por los allegados al Partido Nacional– como uno de los grandes héroes de la historia de Uruguay.
Luego de su ejecución fue sacado de una fosa común y sepultado en secreto por un pariente político. Luego, sus restos fueron llevados a Concepción del Uruguay, donde quedaron a cargo de un cura. Sabiendo que lo iban a arrestar, este se los entregó a una vecina, quien a su vez, debido a su edad, se los deja a un familiar del general Gómez.
En 1884, amigos y familiares con el apoyo del presidente Máximo Santos le hicieron un ceremonial y lo enterraron en el cementerio central de Montevideo.
En 1965, los habitantes de Paysandú quisieron hacer un mausoleo en esa ciudad para el General, pero una nieta del mismo mostró una carta escrita por Gómez, en la cual especificaba que su voluntad había sido que sus restos descansaran en Montevideo, junto a los de su esposa.
En 1984, durante la dictadura cívico-militar, sus restos fueron llevados a Paysandú, donde fueron depositados en una urna en el mausoleo de la plaza Constitución. En años posteriores se difundió el falso rumor de que la urna está vacía, pese a que hay un acta notarial que lo desmiente.
En noviembre de 2009, desconocidos entraron y profanaron su tumba. Solo quedaron falanges y otros restos pequeños, que cayeron al piso. Una persona alegó que se los habían dado para guardar temporalmente y entregó huesos, en dos tandas, que presuntamente pertenecían al general. Fue procesado por encubrimiento, pero los peritajes sobre los restos entregados no pudieron avanzar.