Le busqué la vuelta todo este tiempo al porque de una lucha familiar, privada,íntima, cerrada, se sumaron muchos invitados irrespetuosos, audaces y atrevidos. La verdad que en periodismo quedarse sin aire, sin papel, sin imagen, es como sentir que la olla no se llena sabiendo que es el único sustento, el único, sin curros de religiones ni siendo la segunda alternativa de un sueldo seguro del compañero o compañera.
Me costó darme cuenta que en esta historia se molesta cuando uno es popular, conocido por el trabajo que se hace y que cuando eso se potencia por portación de apellido intensifica la agresión.
Está claro que nadie puede enseñar como empezar a caminar, si se puede enseñar a no caminar torcido.
La infinidad de agresiones recibidas de quienes pensaron eran estrellas al punto de violentar la figura de los queridísimos Curbelitos o de quienes desde la «religión» deslizan estar un escalón arriba, habla a las claras de vacíos, ausencias, traumas y complejos que no podemos resolver.
Seres vacíos…
La historia se escribe siempre con éxitos y la vida a pesar de los fracasos, siempre nos enseñó que se escribe desde la honestidad, desde ser cristalino,auténtico,verdadero. Si buscan fallas, todos las tenemos desde lo chabacano y pocos la construimos desde patrimonio de la verdad.