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Aparicio ,Aparicio…. General de Poncho Blanco, 119 años de la muerte , del último Caudillo

PorDaniel Caiazzo

Sep 9, 2023

Caudillo rural uruguayo (Cerro Largo, 1856 – Masoller, 1904). Su figura es un referente de la lucha por la causa de las libertades públicas y de las garantías del sufragio. Por sus vinculaciones familiares, su vida tanto privada como pública estuvo estrechamente relacionada no sólo con Uruguay sino también con el Estado brasileño de Río Grande del Sur. Participó en la revolución uruguaya impulsada por el Partido Blanco en 1870 contra el gobierno de Lorenzo Batlle, con la finalidad de obtener representación en el Parlamento.

Acompañando a su hermano Gumersindo, participó en 1893, en Brasil, en la revolución federalista contra el gobierno centralista brasileño. Este mismo año, muerto su hermano Gumersindo, los jefes militares lo nombraron general de los ejércitos federales. A partir de entonces su prestigio se extendió desde Brasil hasta el Río de la Plata.

Retornó a Uruguay en octubre de 1895 y un año después protagonizó un pequeño levantamiento contra el gobierno exclusivista de Juan Idiarte Borda, pero tuvo que emigrar a Brasil. En 1897, al volver a Uruguay, el descontento reinante se transformó en una entusiasta revolución impulsada por el Partido Blanco o Nacional, que tendría en Saravia a su principal caudillo. La revolución aspiraba a consagrar constitucionalmente una serie de garantías electorales, y a que se reconociera el derecho de las minorías a estar representadas en el Parlamento, lo que no contemplaba la Constitución de 1830, vigente por entonces.

Si bien no logró vencer militarmente, la revolución consiguió sus objetivos políticos, y se acordó la paz en el Pacto de La Cruz, en 1897. Sin embargo, en 1904, se lanzó de nuevo a la que sería la última gran lucha civil de Uruguay para mantener las conquistas obtenidas, pero, tras resultar gravemente herido, Saravia falleció. Carente de caudillo, el movimiento revolucionario se disolvió .

más que una trampa para hacerlo perder tiempo. En esas veinticinco horas que Aparicio esperó, el ejército colorado pudo unirse y tomar lugares estratégicos en las alturas de los montes. A las diez de la mañana del día 1o de septiembre los marcos estaba ocupados y recién a las tres de la tarde Saravia dispuso el ataque, obligando a su gente a ser sometida a un fuego terrible, desde dos flancos. Lo sensato hubiera sido retirarse del lugar de la batalla, dejarles las alturas a las tropas del gobierno y buscar una posición más propicia, pero no ocurrió así. Como consecuencia, la batalla de Masoller se libró en las peores condiciones imaginables«.

Sea cual sea la causa, el ejército del gobierno colorado había logrado llegar a Masoller unido, y con más municiones y hombres. En esas circunstancias, Aparicio Saravia salió a recorrer el frente de fuego, para estimular a sus soldados; pero su figura resultaba claramente reconocible por el sombrero y el poncho blanco que usaba, así como por estar acompañado por un abanderado. Se trataba de una actitud sumamente arriesgada, porque estaba al alcance del fuego enemigo; y así ocurrió que fue gravemente herido por una bala que le atravesó el vientre de izquierda a derecha, lesionándole los riñones e intestinos. Francisco Trotta logra sacarlo y atender sus heridas -todavía en pie- «trataba de sonreír, pero perdía mucha sangre». Trotta lo acuesta sobre su propio poncho y luego junto a otro médico -Martínez- y cuatro personas más lo trasladan a fuerza de «poncho». Posteriormente es llevado hasta el cercano Brasil, hacia una estancia distante alrededor de cinco kilómetros de la frontera. Fue asistido también por el estudiante de medicina Arturo Lussich .

Durante 10 días Saravia estuvo agonizando, sufriendo una peritonitis aguda a causa de los derrames internos causados por las lesiones de la bala. No se logró acuerdo inmediato para designarle un sustituto en el mando superior de las fuerzas revolucionarias; y en definitiva su orden de volver a atacar a los gubernistas en la siguiente madrugada, con fuerzas de relevo, no fue cumplida, retirándose el ejército revolucionario tras la frontera, luego de lo cual prácticamente se desbandó, quedando así derrotada la última revolución civil. Es que el panorama era extremadamente claro, tal como lo explicó el coronel Carmelo Cabrera, uno de los jefes que había pasado al Brasil: «este es un ejército saravista. Caído Saravia, es imposible mantener su cohesión».

Finalmente el 24 de septiembre de 1904 se firmó la Paz de Aceguá que trajo como consecuencia principal el fortalecimiento de la institucionalidad democrática del país y un largo período de paz civil en el Uruguay.