El estadounidense Henry Ford anunció la implementación de la semana laboral de cinco días por semana, ocho horas diarias y cuarenta horas de trabajo semanales, sumado a la promesa de un salario digno con la intención de reclutar una mayor cantidad de trabajadores para su empresa Ford Motor Company. Sin embargo, la decisión no se tomó pensando en los derechos de los trabajadores, sino más bien en la búsqueda de un mayor rendimiento para la empresa desde que comenzaron a utilizar una nueva cadena de montaje.
Ford fue uno de los pioneros en este tipo de técnica, pero sobre todo el que mejor logró instalarla en Estados Unidos. Esto aumentó considerablemente la productividad de su empresa, pero al mismo tiempo provocó la reducción del trabajo que debían realizar los trabajadores, que redujo cerca de un 50%. Este fue uno de los primeros debates que tuvo la población norteamericana sobre la eterna lucha entre el hombre y las máquinas en las fábricas.
Este proceso fue denominado Fordismo, y si bien muchos se lo atribuyen como la primera vez que alguien implementó este tipo de sistema de horas laborales, hay varios que están en desacuerdo con esta afirmación. Algunos creen que fue el monarca Felipe II quien la implementó durante la construcción del Real Monasterio de El Escorial al establecer una jornada diaria de ocho horas divididas en cuatro por la mañana y cuatro por la tarde con la idea de evitar el sol al mediodía y permitir un mejor rendimiento. Además, en Melbourne se fijó una ley en 1856 que determinaba que la jornada laboral pasaría a ser de ocho horas luego de una protesta de los trabajadores de obras públicas.