El contacto directo con los clientes del bodegón era su filosofía empresarial y personal. Seria por eso que era muy frecuente, por quienes asistan a comer, verlo recorrer las mesas cerciorándose de que todo estuviera bien, que todos se sintieran conformes y a gusto.
La mayoría de los comensales, clientes habitué, ya prácticamente conocían y veían normal esta escena.
Aquellos que iban por primera vez les llamaba un poco la atención verlo recorriendo el salón y le dedicaban una mirada atenta, pero esa noche no fue la única mirada atenta que recibió Gabriel, socio y administrador del propietario del lugar.
Había ido a comer su hijo con su esposa y el bebe. Gabriel saliéndose de todo protocolo no pudo evitar tomarlo en brazos y llevarlo a la cocina, para darle de primera mano un trozo de carne jugosa directamente sacado de la parrilla para que se vaya familiarizando con la tradición del asado.
Mariel, así creo escuche que se llamaba la cajera del local, seguía atenta la secuencia del abuelo con su nieto en brazos. Sin discusiones resultaba un vínculo muy tierno, pero abuelo era una cosa y padre era otra cosa.
El tenía una edad que bien podría ser su padre, le llevaba 25 años, y le había propuesto en una de esas noches de encuentros clandestinos al final de la jornada laboral, que tuvieran un hijo. Para ella le resultaba un poco jugada esa idea, estaba enamorada pero no como para llegar tan lejos. A veces dudaba, si era amor o un Edipo mal resuelto lo suyo, por lo menos así lo conversaba con un amigo con derecho que con frecuencia se encontraban y además de revolcarse hablaban de temas sensibles.
El amor a los 50 no es fácil y mas cuando estas separado hace 13 años comentaba Gabriel en el bodegón al de la parrilla, empleado y confidente.
No era la primera vez que descargaba sus frustraciones, pero esta vez, Mauro el asador, lo notaba muy sentido.
Al cerrar el local esa noche, cuando no terminaba de dar la segunda vuelta de la llave, el dolor intenso en su pecho lo dejo fuera de combate. Su último pensamiento tuvo que ver con la imagen de su nieto en brazos la tarde anterior, que logró recordar cuando fue padre por primera vez en ese lejano 1997.
José Buslón