Cuando un día de julio el productor lácteo Patrick Holden se sentó a la mesa de su cocina para leer sus correos electrónicos, no podía creer la suerte que había tenido. Un comprador, que decía representar a una cadena de supermercados francesa, quería comprar 22 toneladas de Hafod, su cheddar especial.
«Era el mayor pedido de nuestro queso que habíamos recibido nunca. Y, como venía de Francia, pensé: por fin, la gente del continente aprecia lo que hacemos», recuerda.
El pedido se había hecho a través de Neal’s Yard Dairy, un vendedor y mayorista de quesos gourmet, y el primer lote de Hafod llegó a su sede londinense en septiembre.
Sólo ocupaba un metro cuadrado en un palé, pero representaba dos años de esfuerzo y tenía un valor al por mayor de unos US$44.000.
Es uno de los quesos más especiales que se fabrican en Reino Unido», explica Bronwen Percival, compradora de Neal’s Yard Dairy.
Una vez envuelto en tela de muselina y sellado con una capa de manteca, el Hafod se madura durante 18 meses.
La granja no tenía suficiente producto para satisfacer el pedido, por lo que otras dos granjas lecheras suministraron 20 toneladas de cheddar de Somerset para completarlo; en total, el pedido sumaba unos US$378.000 de uno de los quesos más caros fabricados en Reino Unido.
El 14 de octubre, un mensajero lo recogió del almacén de Neal’s Yard y lo llevó a un depósito, y entonces, misteriosamente, desapareció.
De hecho, no había ningún pedido. En cambio, procedía de alguien que se hacía pasar por el supuesto comprador.
El robo saltó a los titulares de todo el mundo y fue apodado «el robo del queso rallado».
El chef británico Jamie Oliver advirtió a sus seguidores en X: «Si alguien oye algo de que el queso gourmet sale barato, probablemente se trate de algún malhechor».
A finales de octubre, un hombre de 63 años fue detenido en Londres, luego puesto en libertad bajo fianza. Y desde entonces no ha habido noticias.
Los 950 fardos de queso (aproximadamente el peso de cuatro elefantes de tamaño natural) han desaparecido sin dejar rastro.
«Es ridículo», dice otro quesero, Tom Calver, cuyo queso cheddar formaba parte de la partida robada. «De todas las cosas que se pueden robar en el mundo, ¿22 toneladas de queso?».
Y, sin embargo, no es tan sorprendente como parece a primera vista, pues no es ni mucho menos el primer robo de este tipo.