Cuando el cuerpo de Raiele da Silva Santos, de 26 años, fue encontrado en Cuiú-Cuiú, una de las minas de la zona rural de Itaituba, en el estado de Pará, en el norte de Brasil, ya llevaba tres días desaparecida.
Raiele fue hallada muerta en su habitación «en avanzado estado de putrefacción, medio desnuda, con signos de violencia y posible violación», según un documento de entonces de la policía local.
Madre de dos hijos –hacía poco que había perdido un tercer embarazo–, hija y nieta de mineros, Raiele acabó su vida en la zona de minería, donde a lo largo de los años trabajó como cocinera, camarera y en cabarets.
Vívía en Cuiú-Cuiú, a 11 horas del centro urbano de Itaituba, desde hacía unos cuatro años. Aún así, nadie se dio cuenta de su desaparición hasta que el mal olor que salía de una de las habitaciones del pueblo minero llamó la atención de los vecinos.
Siempre vimos este problema de mujeres asesinadas en la minería. Siempre ha existido», dice Railane da Silva Santos, de 34 años y hermana mayor de Raiele.
«Solo que pensé que nunca le pasaría a mi familia. Nací en la minería, crecí en la minería y hoy tengo miedo de vivir en la minería», agrega Railane, en una entrevista con BBC News Brasil para este reportaje y para el documental «Sexo, oro, violencia: La vida de las mujeres en las minas del Amazonas», que se puede ver en el canal de YouTube de BBC News Brasil.
La muerte de Raiele en 2023 no fue el único caso reciente de una mujer encontrada muerta y con brutales signos de violencia en la mina Cuiú-Cuiú. Un año antes, Luciana do Nascimento, amiga de la infancia de Raiele, fue asesinada a golpes por un hombre mientras trabajaba allí como prostituta, según documentos oficiales.
Estos casos son ejemplos extremos de una violencia rutinaria a la que son sometidas las mujeres en las trabajan en actividades relacionada con la minería.
Es un problema difícil de cuantificar y que ha crecido en la última década con la fuerte expansión de la extracción de minerales en la Amazonía . Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la mayoría de las veces las violaciones de los derechos de las mujeres en las zonas mineras quedan fuera del radar de las autoridades.
«En la minería, las mujeres están expuestas a todo tipo de violencia: física, emocional, patrimonial y también sexual, obviamente», advierte Marcela Ulhoa, coordinadora de la ONUDD.
En la última década, Brasil ha experimentado una explosión de la minería ilegal de oro en su región amazónica, en medio del aumento de los precios de los metales en el mercado internacional, la crisis económica agravada por la pandemia de covid-19 y la flexibilización de las medidas de fiscalización durante el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022).
El territorio ocupado por la minería de oro en la Amazonia brasileña se duplicó con creces entre 2014 y 2023, pasando de 92 mil hectáreas a 220 mil hectáreas -un área equivalente a 229 mil campos de fútbol-, según cifras de MapBiomas, una iniciativa del Observatorio del Clima para mapear la cobertura y el uso del suelo en Brasil.