(Escribe Profesor Fernando Alonso) Un gobierno no solamente se construye con hechos, sino también con un acompañamiento discursivo a esos hechos. Y el discurso o el relato ayudan a entender o simplemente a darle un sentido a lo que se hace y así poner en valor social el conjunto de las acciones que se emprenden.
Y un gobierno de izquierda no solamente debe hacer en hechos, sino también en relatos. No por cháchara sino para marcar el rumbo y ese sentido del hacer.
Pero si no se generan hechos y solo se discursea hay una aproximación muy marcada a la demagogia.
Ahora, para que el discurso resulte tiene que existir mucha coherencia con lo que se hace, sobre todo en los cargos de responsabilidad política. Pongamos algún ejemplo claro y cercano: Si el Intendente con un hecho concreto que asume le da un mensaje a la ciudadanía, como lo hizo cuando suspendió su licencia porque la situación de Salto lo ameritaba, es esperable que el séquito de su gabinete lo acompañe. Al fin y al cabo llevan 6 meses laburando. Al fin y al cabo Salto está declarado en Emergencia Sanitaria. Entonces, que nada menos que el cargo dos de la intendencia se tome así sea una semanita de vacaciones en pleno caos, es mucho más que desdecir o desacreditar el bien acogido gesto del Intendente, es ante todo un mensaje sin la mínima sensibilidad de izquierda. El esfuerzo y hasta el sacrificio del intendente por construir un mensaje, de llevárselo a la gente, de resultar creíble, es borrado de un plumazo por su dos.
Reivindico el hacer con el decir y el decir con el hacer.
Pero la izquierda a veces peca de lenta y desde el gobierno nacional o el departamental en muchas ocasiones se generan hechos que no son inteligentemente acompañados de un relato que le den cuenta a la ciudadanía, que remarquen y coloquen el acento debido en la diferencia de gobierno, entre izquierda y no izquierda.
Vamos al ejemplo dos, que la dirección de Turismo de la Intendencia de Salto, realice la promoción anual en estas fechas de Destino Termas, ante la alta afluencia turística en el Este y que para ello deje absolutamente de recurrir como se venía realizando al “uso” de chicas con calzas y top exhibidas como “artículos cosificados”, es un claro mensaje. Ese es un cambio con perspectiva de izquierda, donde la equidad de género se promueve con hechos y no esperemos que la propia izquierda lo reconozca mucho. La dirigencia de la izquierda bastante en general no se apropia de los mensajes que desde algunas áreas del gobierno nacional y departamental se están dando con contundencia (así como no marca con el acento debido los errores groseros), pero por suerte mucha gente y más de la que sospechamos si los valora. Como los vecinos que se compadecen de los reclusos que limpian el barrio “al rayo del sol” y les acercan un pedazo de torta o un refresco y les dan las gracias.
Miremos ahora el ejemplo de discurso que dispara quien asume como referente de la oposición. Porque no puedo dejar al margen la reaparición mediada del ex intendente Germán Coutinho, rompiendo el silencio de su retiro espiritual.
Muchos esperábamos una reaparición efectista o efectiva a sus intereses, sobre todo después de mantenerse indiferente de las serias problemáticas que vienen afectando al departamento. No solo que reaparece como si estuviera en un departamento que ha pasado un enero de sol y playa o exclusivamente problematizado a su entender por una mala gestión comunal (de apenas 6 meses), sino que lo hace escarbándose las pelusas de su ombligo, con un “yoismo” y una soberbia incomprensible para quien se ha tomado un buen tiempo de meditación.
Y reaparece renovando su discurso, no innovando, sino en apuesta a lo que criticaba, a lo que según él, estaba presente en los demás. Quien pregonaba que se debía “mirar para adelante” ahora no deja de «mirar para atrás». Quien llamaba a la unidad de los salteños, ahora no deja de «apostar al enfrentamiento». Pero quizás lo que más sorprende es que quien hizo una gestión de gobierno con el acento en la comunicación y asumiendo las acusaciones de la contratación de una bandada de periodistas, reaparezca responsabilizando de su debacle política con un simple «la culpa es de los medios».
Actores de izquierda y de derecha generan hechos y discursos diferentes, porque son diferentes, eso es sano. No es sana la hipocresía, la demagogia, ni es recomendable sobre todo en política la falta de brújula. Simplemente hay que sostener el discurso.