Corría el año 2016, siendo la hora 21:30 de un martes 27 de enero, el paseo de todos los días se verifica en Plaza de los Treinta y Tres.
Observando las bondades de este Salto que tanto nos ofrece, nos brinda, nos da. Hasta la posibilidad de adelantar o atrasar, como usted prefiera, el tiempo real en un testimonio elocuente, vital, consistente: el árbol de Navidad adornado.
O Papa Noel no llegó por estos lares, opción uno, o bien ya lo dejamos pronto para la próxima cosa de no andar subiendo escaleras y bajando chirimbolos con las altas temperaturas reinantes.
Si a esa postal, le sumamos la escasa luminosidad, como el foco de la fotografía que aparece quemado, encontramos que el paseo termina siendo un desafío de preguntas sin respuestas en un laberinto casi épico.