El miércoles por la tarde, Kamala Harris apareció frente a la residencia de la vicepresidenta en Washington DC y lanzó un ataque breve pero mordaz contra Donald Trump.
Dijo que estaba “cada vez más desquiciado e inestable” y citó los comentarios críticos sobre Trump que realizó John Kelly, el exjefe de gabinete en los tiempos en que el republicano estuvo en la Casa Blanca.
En una entrevista con The New York Times, Kelly describió a Trump como alguien que “ciertamente entra en la definición general de los fascistas” y que había expresado palabras favorables hacia Adolf Hitler en varias ocasiones.
Harris aseguró que su rival quería tener “poder sin control”.
Poco después, Trump publicó en sus redes sociales que los comentarios de Harris eran una señal de que estaba perdiendo. Dijo que ella estaba “elevando cada vez más su retórica, llegando a llamarme Adolf Hitler, y cualquier otra cosa que se le ocurra en su retorcida mente”.
En la recta final de las campañas políticas, especialmente en una tan reñida como la presidencial de 2024, los mensajes de los candidatos tienden naturalmente a volverse negativos. Los ataques suelen ser más eficaces para motivar a los simpatizantes a acudir a las urnas y perturbar las campañas de los contrincantes.
Sin embargo, la actitud más dura de Harris hacia Trump contrasta con los mensajes optimistas y “alegres” de los primeros días de su campaña.